06 julio 2013

GREGORIOUS THELMAKO, EL DESCUBRIDOR DE LA FLOR CON PÉTALOS DE HIELO.



La historia está llena de hombres que han sobresalido por su valor. Haciendo enormes esfuerzos por conquistar tierras, mares, tras un sueño han salido a la aventura sólo para caminar aquellos lugares jamás caminados. Soportando toda clase de privaciones, sin recursos ni herramientas más que su fuerza absoluta de superviviencia. Tal es el caso de Gregorious Thelmako, un inglés que en el año 1816 quería probar que podía encontrar una extraña flor en el centro geográfico del polo sur terrestre. Viajó al Mar del Sur con William Dampier entre 1652 y 1715, en reiterados viajes, pero cada uno de sus viajes fue teñido por la desgracia. A pesar de que jamás pudieron llegar más lejos del llamado Puerto San Julián, en uno de estos episodios, cuando estaban por fondear en este lugar, una de las naves de la expedición se perdió dentro de un espeso banco de neblina por espacio de tres días. En el barco iba Gregorious y durante este lapso, según la crónica que relata un joven Jacob Roggeven, quien luego fuera el descubridor de la Isla de Pascua, y que escribe en su diario que fueron arrastrados misteriosamente por una fuerte corriente que los trasladó a una velocidad increíble y que estuvieron en pocas horas en una tierra blanca en donde “no crecía vegetal alguno, el cielo estaba cubierto de un interminable manto blanco, había montañas, y un infinito horizonte, todo blanco… el frío era insoportable y todo este país estaba sometido al más infernal de los vientos helados” Estas palabras han generado una profunda controversia a lo largo de la historia, hay quienes piensan que el barco fondeó en algún lugar que se supondría el continente antártico, otros, que se trataba de las Islas Malvinas, aunque nada de esto se puede dar por cierto, las conjeturas y las suposiciones invaden el relato de Roggeven, quien a pesar de su juventud, se trató siempre de un marino con grandes condiciones y mucha credibilidad. Pero lo más llamativo del relato es cuando se refiere al descubrimiento que realizó Gregorious Thelmako. “Halló una planta que hacía sus raíces en las heladas rocas de esta tierra, que daba una flor con pétalos de hielo de una transparencia azulina. Thelmako le dio el nombre de Floris Incógnita” Sabemos por el mismo aventurero holandés que introdujo un ejemplar de esta planta en un recipiente de vidrio y gracias a la misma corriente, fueron devueltos a las costas de San Julián, pero una vez en aquellas latitudes, al abrir el frasco, sólo quedaba la roca y un tallo con su raíz en extremo debilitadas. Nadie jamás volvió a hallar una Floris Incóngnita.

No hay comentarios.: